El Día Internacional de los Bosques: Un llamado a la acción para la conservación y el financiamiento de la biodiversidad
Cada 21 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de los Bosques, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el papel crucial que estos ecosistemas desempeñan en la regulación del clima, la preservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades.
Los bosques son, sin lugar a dudas, uno de los patrimonios naturales más importantes de la humanidad, pero su conservación sigue estando lejos de ser una certeza. La creciente deforestación, los incendios forestales y los cada vez más evidentes efectos del cambio climático amenazan su integridad. Sin embargo, existe un factor clave que podría marcar la diferencia: un financiamiento adecuado que impulse su conservación, su gestión sostenible y el fortalecimiento de las comunidades que los protegen

Los bosques como guardianes de la biodiversidad global
Los bosques son elementos esenciales para la biodiversidad terrestre, albergando la mayor parte de las especies de flora y fauna del planeta. Desde los bosques tropicales hasta los templados, cada uno de estos ecosistemas desempeña un rol único e irremplazable en la estabilización de los ciclos ecológicos globales. En particular, los bosques tropicales, como la Amazonía, son considerados los “pulmones” del planeta debido a su capacidad para absorber grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y liberar oxígeno, estabilizando el clima global (Lewis et al., 2015). Cabe mencionar que ALC alberga el 23% de los bosques del mundo (CEPAL, 2021).
Sin embargo, la deforestación y la degradación de estos ecosistemas están alterando de forma irreversible los ciclos biogeoquímicos, lo que tiene consecuencias graves para la biodiversidad. Cada año se pierden cerca de 10 millones de hectáreas de bosques, una cifra alarmante que pone en peligro tanto la estabilidad de estos ecosistemas como la supervivencia de las especies que dependen de ellos.
Por lo tanto, la protección y restauración de los bosques debe ser entendida como una prioridad multidimensional, que involucra tanto la preservación del clima global como el fortalecimiento de las comunidades que los cuidan.
A pesar de los compromisos internacionales establecidos en la Conferencia de las Partes (COP), tanto en el ámbito del cambio climático como en el de la biodiversidad, así como en el marco del Acuerdo de París, es evidente que existe una desconexión entre los compromisos anunciados y los recursos realmente desembolsados para la protección de los bosques.
La necesidad crítica de financiamiento para la biodiversidad y los bosques
Según datos de la OCDE (2024), aunque se comprometieron 63 mil millones de dólares a nivel global para la biodiversidad y el cambio climático, solo se desembolsaron 17 mil millones, revelando una brecha significativa entre lo prometido y lo realmente entregado. En América Latina y el Caribe, la situación es aún más crítica: según el Índice de Finanzas Sostenibles 10 mil millones de dólares fueron comprometidos, pero apenas 2 mil millones fueron efectivamente desembolsados (GFLAC, 2024). Este desfase no solo pone de manifiesto la escasa efectividad de los compromisos financieros, sino también los desafíos estructurales en la implementación de recursos destinados a la protección de la biodiversidad.
Uno de los principales obstáculos radica en la prevalencia de los préstamos frente a las subvenciones. En lugar de contar con apoyo en forma de recursos no reembolsables, que facilitarían la acción inmediata y efectiva, un abrumador 92,6% del financiamiento comprometido llegó en forma de préstamos. Este modelo genera una carga financiera adicional que dificulta la ejecución de proyectos de conservación, especialmente en economías vulnerables, y profundiza la dependencia de los países de los actores financieros internacionales.

Lo que se revela en esta falta de coherencia financiera no es solo un déficit en los desembolsos, sino la persistente hegemonía de actores internacionales que condicionan el acceso a los fondos de conservación bajo términos que desestabilizan las economías locales. La prevalencia de los préstamos, en lugar de las subvenciones, crea un círculo vicioso de deuda y dependencia, lo que socava la sostenibilidad de las políticas de conservación.
Es en este contexto de escasez de recursos y estructuras de financiamiento inequitativas que los bosques, guardianes de la biodiversidad y reguladores del clima, se ven particularmente afectados. En América Latina y el Caribe, más del 80% de los bosques están en territorios gestionados por comunidades indígenas y locales, que son esenciales no solo para la preservación de la biodiversidad, sino también para la captura de carbono. Según la FAO (2020), estos territorios almacenan alrededor de 34,000 millones de toneladas métricas de carbono, lo que equivale al 30% del carbono almacenado en los bosques de la región y casi el 14% de los bosques tropicales del mundo. Sin embargo, las iniciativas de reforestación y restauración en estos territorios dependen de un financiamiento constante que, hasta ahora, ha sido insuficiente.
La falta de recursos y las condiciones desfavorables para acceder a los fondos necesarios están poniendo en grave riesgo no solo los ecosistemas, sino también las comunidades que los protegen. En lugar de ser beneficiarias de los compromisos globales, estas comunidades se ven atrapadas en un sistema financiero que no responde a sus necesidades ni a la urgencia de la crisis ambiental.
El Día Internacional de los Bosques nos recuerda la urgencia de una acción colectiva y efectiva. No basta con promesas de financiamiento y compromisos internacionales vacíos; es necesario que la cooperación global se transforme en políticas reales y tangibles que prioricen la protección de los bosques. Solo así podremos enfrentarnos de manera efectiva a la crisis climática y garantizar la preservación de nuestra biodiversidad. Para que los países en desarrollo puedan cumplir con sus compromisos ambientales sin comprometer su estabilidad económica, los mecanismos de financiamiento deben ser más accesibles y eficaces. Es hora de actuar de forma decidida y transformar las promesas en resultados concretos.
Referencias
FAO. (2020). El estado de los bosques en el mundo 2020: Forests, biodiversity and people. Food and Agriculture Organization of the United Nations.
GFLAC (2024) Indice de Finanzas Sostenibles https://www.sustainablefinance4future.org/indice-de-finanzas-sostenibles
Grassi, G., et al. (2017). The role of forests in climate change mitigation. Global Change Biology, 23(3), 984-998.
Iniciativa Global de Financiamiento para la Biodiversidad. (2018). Financing biodiversity conservation. Global Biodiversity Outlook.
Norris, K., et al. (2020). The implications of biodiversity loss for human health. Science, 353(6302), 1267-1273.
UNFCCC. (2015). Acuerdo de París sobre el cambio climático. United Nations Framework Convention on Climate Change.
Díaz, S., et al. (2019). Indigenous knowledge for forest conservation. Journal of Environmental Management, 247, 144-152.
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